Era un día sábado. Ellos venían de
hacer un mercado. Venían con su burrito, como todos los sábados. Venían bajando
y bajaban alegres, tomando su poquito de aguardiente, que llevaban en el
bolsillo, eso es lo que se tomaba, puro aguardiente.
Llegando al Cerro, les dice a los
compañeros, a otros compañeros que venían con él -en la curvita esa, allí donde
él murió-, les dice: Vayan andando -iba un poco curdo-, vayan andando que yo
voy a pararme aquí, pa echa una orinadita. Vayan andando.
Los compañeros siguieron y lo
fueron a esperar allí en la curva, en la planada aquella. Vieron que no
llegaba, y dicen: bueno, ¿qué será, se quedó dormido? Porque había tardado
mucho.
Uno se regresó a ver qué había
pasado. Y lo encontró muerto. Murió de repente. (-¿Fue de un infarto?). Sí, fue
de un infarto.
Después, allí mismo creció una mata
de esa que llaman corona de cristo, esa estaba bonita, y una mata que llaman
tucusito también tenía el lugar. Y las piedras, había tantas piedritas, hasta
yo le echaba piedrita. Y se formó un montoncito. Porque es para la gente que
muere en los caminos. Pa su descanso, le decían, y lanzaban la piedrita.
Su muerte en el camino y la
tradición religiosa de lanzar la piedrita para su eterno descanso, dio origen a
la leyenda del aparecido, según la cual los que pasaban debían lanzar una
piedra para que el muerto no asustara.
(testimonio de J. G., El Cristo, La
Macarena Sur, 15 de noviembre 2017, sobre la transformación en leyenda: Emilia
Arráez; transcripción libre: Tomás Martínez)
(foto: http://www.imageflora.com/image/euphorbia-milii-red-bracts-and-flowers-spikey-stems-in-southern-teneri/)
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